lunes, 29 de marzo de 2010

Monerías


El otro día me contaron algo que me dio que pensar, sí, esa actividad tan poco frecuente hoy día. Se trataba de un curioso experimento realizado con monos y plátanos. Consistía en meter a seis monos en una jaula, además de una pequeña escalera, y en la parte superior de la misma un racimo de plátanos. En un principio uno de los monos se dirigía escalera arriba a por un plátano, en ese momento se les daba a todos una descarga eléctrica. Seguidamente se sacaba de la jaula uno de los monos y se le sustituía por otro nuevo. El nuevo mono que desconocía el castigo intenta coger uno de los plátanos, y de la misma manera que antes se les aplica una descarga eléctrica a todos. Se vuelve a sacar a uno de los monos introduciendo a otro nuevo. Una vez aprendida la lección y anticipándose a una nueva descarga, los monos arremeten a golpes contra el nuevo que intenta acercarse a los plátanos. Sin saber el motivo, el nuevo mono aprende que no puede acercarse a los plátanos si no quiere ser golpeado por el resto. Se repite la misma operación con el mismo resultado del linchamiento del nuevo mono que intenta acercarse a los plátanos. Se llega a un punto en el que los seis monos de la jaula sin saber nada de las antiguas descargas eléctricas, han sufrido linchamiento en su intento de acercarse a los plátanos. Es decir, que sin saber el motivo, han aprendido que no deben acercarse al plátano.

Este experimento, que jamás se me ocurriría hacer con mi futuro tití, parece que podría ser aplicable a otro nivel, donde los monos fuesen personas, y el racimo de plátanos y la jaula.....no lo sé. Imagino que cada uno tendrá su propia jaula, su propio racimo de plátanos y sus propios monos represores.

Los monos no supieron preguntar cuál era el motivo por el que se les impedía acercarse al plátano, pero nosotros sí.

PD: Continuamos con la Proyecting Party hasta ¿Junio?. Ánimo a todos/as

Paco

sábado, 6 de marzo de 2010

¿Nos da la arquitectura más satisfacciones o más disgustos?




En mi proceso imparable por coger el AVE, parece que el tiempo es lo único que importa, y ciertamente lo es. Cuando llega el viernes todos están contentos y escriben cosas en su estado de Facebook como: “por fin es viernes”, “llega el fin de semana”… y yo tengo ganas de escribir: “mierda, las semanas podrían ser más largas…”
Pero tampoco puedo acusar al tiempo como mi enemigo, porque si no fuera por él no estaría corriendo tras el tren, estaría tomando un café en la estación.
El tiempo es lo que me presiona y me ayuda a poner mi cabeza en marcha, miro el calendario, me asusto, y entonces me pongo a proyectar!
Lo peor de todo es cuando tienes que pensar, cuando necesitas soluciones para un programa, cuando necesitas crear sensaciones para un espacio, conexiones entre edificios…y entonces piensas…miras el reloj, piensas…miras el calendario, piensas…empieza la desesperación, la sensación de inutilidad y de falta de imaginación te invade, es inevitable, posiblemente tienes la respuesta ante tus narices, pero no la ves.
Es en ese momento en el que yo me planteo si de verdad valgo para ésto, para la arquitectura sí, si no no estaríamos en este punto, pero tal vez no para proyectar. Me resulta un sentimiento muy triste.

Pero sigues pensando, sigues dibujando y cuando menos te los esperas: zásss! Llega la idea! Lo dibujas en croquis, en autocad, haces una maqueta, y te gusta! Se lo enseñas a alguien y también le gusta!
Te llenas de satisfacción y piensas: yo también hago arquitectura.